El otro dia, mi hijo de cinco años me dijo al llegar del cole:
-Papi, tienes que inventarte el cuento de la sirenita!!!
Por supuesto papi se quedó con cara de poker y llamando al enano le preguntó:
-¿ que yó me tengo que inventar la sirenita? si ya está escrito!
-Si pero la seño nos ha dicho que tenemos que volver a inventarlo!
La seño me explicó que formaba parte de una actividad que se llama "cuentos de siempre contados como nunca" en la que había que reescribir un cuento, a ser posible cambiando roles machistas por otros más acordes con lo políticamente correcto.
Para ayudarnos nos daba un mandala para colorear de una sirena que sería la portada del cuento.
El mandala "casi" lo coloreó el enano, pero el cuento me lo tube que comer yó, de un día para el siguiente. Esto es lo que le pasó a la sirenita...
LA SIRENITA
El huracán Jean Michel había sido terrible.
Fueron tres días en los que el mar se fundió con el cielo, las olas eran montañas de espuma salada, las gotas de lluvia eran como cerezas que el viento huracanado arrojaba con fuerza.
Pero después vino la calma, el mar se convirtió en un inmenso espejo y el sol se mostraba en todo su esplendor.
Las gaviotas sobrevolaban la playa, que estaba llena de los despojos de un viejo barco carguero que no había podido soportar el huracán, encallando en el arrecife.
Sobre la arena un joven dormía, tendría unos 23 años, pero la vida en el mar le había envejecido. Poco a poco se fue recobrando y tras mirar a su alrededor empezó a recordar:
-¡La sirena! Me caí al agua cuando trataba de asegurar la carga, me hundí, todo era silencio y oscuridad, me estaba ahogando.
-Entonces la vi, me subió a la superficie, volví a respirar y no recuerdo nada más que su cara, era como un ángel.
Tenía hambre y sed, entre los restos del naufragio encontró una gran caja de conservas y explorando la isla encontró un manantial, al menos no moriría de hambre.
Como se aburría y había encontrado unos libros empezó a leerlos en un recodo del manantial, a la sombra de una palmera. Leer en voz alta le hacía sentirse acompañado, incluso le parecía que había alguien más con él.
-Empezaré con este, LA SIRENITA.
¡Qué susto se habría llevado si hubiese levantado la cabeza del libro!, en el agua frente a él había una sirena. Llevaba un rato escuchándole cuando al llegar a la parte donde la sirenita se enamora del príncipe no pudo más y dijo:
-¡Qué tontería, enamorarse de un humano! Eso no se lo cree nadie.
¡Tendríais que ver el salto que dio Manuel! El pobre se llevó un susto tremendo.
-No pongas esa cara dijo Coral, yo también te salvé y te traje a la playa, pero no estoy enamorada de ti. ¡Cómo se va a enamorar una sirena de un humano! ¡sois raros, ensuciáis el mar, lo destruís todo!¡ qué os creéis, ¿los dueños del planeta?.
Manuel no podía creerlo, ¡una sirena le estaba echando la bronca!
- No puedes pensar así de mí, no me conoces. Ni siquiera estoy seguro de no estar soñando.
Coral dio un aletazo en el agua que puso a Manuel correando.
-¿Te sueles mojar en los sueños? ¡Entonces estás despierto y yo existo!
-¿Cómo te llamas, humano?
-Me llamo Manuel, soy peruano y tengo 23 años, ¿y tú?
-Soy Coral, tengo 67 años.
-¿67? Pareces más joven, yo diría 25 años.
-Eso es porque yo soy de una raza diferente, nosotros solemos vivir más de 200 años.
-Manuel ¿podrías seguir leyendo? Esa historia me tiene intrigada.
-De acuerdo, leeré.
Coral escuchaba el cuento de la sirenita y no lograba entenderlo.
-Pero, ¿porqué quiere Ariel tener piernas? ¿nó es mejor nadar?
-Tal vez ella quisiera conocer otra forma de vivir, yo nací en un pueblo del interior, me embarqué para conocer mundo y, al final, incluso he conocido una sirena, ¿no te parece increíble?
-Bueno, pensándolo bien creo que me gustaría ver las montañas desde cerca, tocar la nieve…
Manuel y Coral siguieron hablando, todos los días estaban un rato juntos y cada uno aprendía algo del otro.
Meses más tarde un barco rescató a Manuel, no contó nada de la sirena, le habrían tomado por loco o quizá habrían intentado capturarla. Cuando se despidió de ella prometió no olvidarla y ella dijo que iría a visitarlo. Fue un momento triste, porque es triste despedirse de un amigo.
Pero los dos cumplieron sus promesas, siguieron viéndose y su amistad no tuvo fin, lo sé porque Manuel era mi padre.
¿fin?